
TITULO: Una
temporada en Tinker Creek
AUTOR: Annie
Dillard (Pittsburgh, EEUU 1945)
EDICION: Errata
Naturae
Según
el diccionario de RAE, “ensayo” es :
“m. Escrito en prosa en el cual
un autor desarrolla sus ideas sobre un tema determinado con carácter y estilo
personales.”
Dicho de otra manera, el autor se pone a escribir de
lo que quiere y como quiere. Quizás haya más matices, pero yo nunca había leído
un ensayo y este ha sido el primero; esta definición me parece perfecta.
No puedo decir mucho de la autora, nunca había oído hablar de ella y ni siquiera
había sentido la necesidad de leer algo así. Pero vi la portada del libro,
leí en la contraportada de qué iba (no
entendí mucho, la verdad), rocé las suavidad de las páginas, de un color casi
vainilla, vi la tipografía tan perfecta… y no dudé en comprarlo. Es una edición realmente
preciosa.
Podéis encontrar en internet toda la información que
queráis, es una autora importante y con varios premios, especial mención al
Pulitzer de Ensayo de 1975 precisamente por este ensayo. Pero yo no os quiero contar datos
sobre ella o cuáles son sus influencias,
yo solo os cuento qué es lo que he leído.
Y me es difícil explicar este libro. Anne es el
corazón de un anciano, con la inteligencia de un sabio, encerrados en el cuerpo
de una niñita que todo lo ve, lo huele, lo siente, lo busca, lo palpa y que al
mismo tiempo te lo va contando a borbotones. A borbotones de agua fría que
saltan golpeando las rocas. Y tú vas leyendo, oliendo lo que ella, sintiendo con
fuerza, otras no entendiéndole a penas, a menudo oyéndola dentro de tu corazón, porque
te llega.
Durante un tiempo, que quizás sea un año (mientras
fui leyendo la verdad es que no presté atención a ese detalle), Anne vive sola
en una cabaña en medio de los Apalaches. Vive en la naturaleza, la respira, se
sumerge y va desgranando sus pensamientos. Muestra la naturaleza desprovista de
filtros, a menudo cruel y hasta repulsiva, otras veces majestuosa, hermosa,
pequeña. Nada parece que escape a su observación. Y es ahí, a través de las
observaciones que hace sobre un árbol, un insecto o el agua del riachuelo, que
va mostrando su visión del mundo, del ser humano, de la Vida con mayúsculas. No es un tratado sobre la naturaleza,
realmente de lo que habla es de la vida que nos rodea y de la que somos parte,
a veces de manera muy inconsciente.
Me ha costado mucho leerlo, eso también tengo que
decirlo. Hay párrafos que he tenido que leer y volver a leer porque me daba
cuenta de que se me escapaban. En las
primeras páginas me sentí tan perdida que al menos dos veces volví al
principio. Pero ha merecido la pena. Durante varios meses ha sido “el libro que
estaba leyendo” y no voy a colocarlo en la librería, lo voy a dejar a mano para,
de vez en cuando, abrirlo por cualquier página y conectar de nuevo con esa
explosión de vida en movimiento que trasciende en cada párrafo.